
Todos remontaron el vuelo como había hecho el rojo y, empujados por una suave corriente de aire, se hicieron cada vez más y más pequeños, arrastrando tras de sí la mirada ilusionada de grandes y pequeños.
Mientras los demás miraban al cielo, el niño negro no perdía de vista un globo negro que el vendedor aún sujetaba en su mano. Tras armarse de valor, se acercó y le preguntó: "Señor, si soltara el globo negro, ¿subiría ta alto como los demás?". Entonces, el vendedor, entendiendo lo que en realidad quería preguntarle el niño, soltó el globo y le respondió: "No es el color lo que lo hace subir, hijo". Es lo que hay dentro. Porque, a pesar de las diferencias externas, por dentro somos todos iguales.
Mientras los demás miraban al cielo, el niño negro no perdía de vista un globo negro que el vendedor aún sujetaba en su mano. Tras armarse de valor, se acercó y le preguntó: "Señor, si soltara el globo negro, ¿subiría ta alto como los demás?". Entonces, el vendedor, entendiendo lo que en realidad quería preguntarle el niño, soltó el globo y le respondió: "No es el color lo que lo hace subir, hijo". Es lo que hay dentro. Porque, a pesar de las diferencias externas, por dentro somos todos iguales.