lunes, 22 de diciembre de 2014

La luz de Candela





Te vi pasar fugazmente y pedí un deseo.

A veces la vida me viene grande. O quizá sea yo la que se vuelve pequeña ante tantas cosas que no entiendo.

Mi día a día era una película en blanco y negro si tú no aparecías en algún momento. Tú aportabas el color.

Hay veces que la vida te coloca en el sitio adecuado para que todo encaje.

Las montoneras no son buenas porque al final acaban por venirse abajo.

Sucedió que mi sangre dejó su estado habitual para convertirse en una especie de champán suave.

Me encanta mirarle sin que me vea. Observarle mientras está concentrado, serio, ajeno. Y cuando está de otro modo. Me encanta igual.

Cogía fuerzas en tu ausencia con la esperanza de que me las agotaras cuando vinieras a mi encuentro.

¿Sabes cuando en las palabras no te cabe lo que sientes?

A veces la vida te pone a prueba y te hace decir cosas que mucho tiempo después te sigue recordando.

Se trata de buscar una grieta en todo porque así es como entra la  luz.

No quiero saber su edad, dime como se porta contigo. Lo demás me tiene sin cuidado.

Dice mi sombra que ya no nos parecemos. Que por más que me sigue no cuadra el paso. Que ahora encajo contigo. Que tiene celos, dice.

¿Qué tenía aquello para que valiera la pena? Decían que estaba prohibido.

Lo peor del malestar es que cuando se hace tan presente uno se acostumbra a él.

A veces me acuerdo de la primera vez que te vi. Otras de la última vez que me besaste. Y delo que siempre me olvido es de olvidarte.

Un día me di cuenta de que tenía que aprender a olvidarte.

Tú decides quien va a tu bandeja de "spam" y quien no. Tiempo habrá de lanzarlo a la papelera de reciclaje.

A veces quedarse es ir demasiado lejos.

El amor es cegador cuando te golpea, pero es muy lúcido cuando se marcha.

¿Quién me iba a decir que sin carbón no hay Reyes Magos?

Y allí me quedé, aunque tú no lo creas todavía, con mis zapatos de tacón y mi vestido de domingo. Pobre infeliz, se paró mi reloj infantil, una tarde plomiza de abril, cuando se fue mi amante.

La vida es una puta. A veces te hace pasarlo bien, te hace tocar el cielo con la yema de los dedos, pero siempre, sin excepción, termina haciéndote pagar. [...] Es bueno que a tu edad ya sepas que la vida es rencorosa y no perdona, pero merece la pena. El final siempre llega. Así que, ¡a vivirla!

Saber que estás haciendo algo mal. que te estás equivocando, dispara las sensaciones.

Le pedí al tiempo un segundo. Al silencio que me hablase. Le pedí a tus ojos un mundo. Y a tu boca, una excusa para besarme.

Tú eres la protagonista de tu historia.

Nunca fuiste emperador, nunca fuiste Nerón, aunque es cierto que conseguiste incendiar Roma, al menos mi Roma.

El miedo paraliza. El miedo es una mierda, te impide avanzar y hace que luego te arrepientas de cosas que no hiciste.

Lo importante que es tener un sustento cuando las piernas empiezan a flaquear.

Las mujeres hermosas son invisibles. Nade puede ver a la persona real. Estamos tan deslumbrado por el exterior que nunca conseguimos llegar al interior.

Con lo fácil que es arruinarse el presente pensando en un futuro que no llega.

Un padre es quien está siempre, no sólo en un momento.

Mirando atrás y frente al espejo, me di cuenta de que "hoy" es "yo". Y la "h" que sobra hizo de silla para esperarme.

La vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se va a estrenar.

Los que te queremos estamos aquí a tu lado. ¿Lo ves a él por algún sitio?

La vida, como los ríos, no se detiene. Y las aguas que un día te vencieron, unos metros más adelante te mecen suavemente.

Me dejaste con ganas. Por eso te echaba tanto de menos. Tanto como ahora te echo de más.

No hay ya más que decir. No hay llamas, qué decir.

A veces esperaba ese "Escribiendo..." como cuando abres un regalo.

Einstein dijo que solo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y que de lo primero no estaba seguro.

Olvidé que para quererte bien tenía que enamorarme de mí antes.

Quizá seamos números primos, condenados a estar cerca pero sin llegar a tocarse.

Podría mencionarte a otras personas que merodean mi estancia sin hacer mucho ruido, pero que están siempre atentos por si necesito algo.

El tiempo. Todo. Locura.

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