sábado, 12 de enero de 2013

Tengo Ganas De Ti


Cuando estás mal, cuando lo ves todo negro, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando… cada instante es un peso enorme, insostenible. Y resoplas todo el tiempo. Y querrías liberarte como sea. De cualquier forma. De la más simple, de la más cobarde, sin dejar de nuevo para mañana este pensamiento: “Ella no está”. Ya no está. Y entonces, simplemente, querrías no estar tampoco tú. Desaparecer. Sin demasiados problemas, sin molestar. (7)

Sólo adviertes la maravilla de un amor cuando ya lo has perdido. (13)

No hay nada peor que quien espera algo… y no encuentra nada (19)

La sintonía es algo que tiene que ver con la música. O peor aún, con los circuitos. El amor, en cambio, es cuando no respiras, cuando es absurdo, cuando echas de menos, cuando es bonito aunque esté desafinado, cuando es locura… cuando sólo de pensar en verla con otro cruzarías a nado el océano. (26)

Basta. Estoy fuera. De los recuerdos. Del pasado. Pero también estoy perdido. Antes o después las cosas que has dejado atrás te alcanzan. Y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorado, las recuerdas como las más bonitas. Porque su simplicidad no tiene comparación. Y me dan ganas de gritar. (72)

El amor es cuando haces una locura, como esa inscripción del puente. “Tú y yo…A tres metros sobre el cielo”. Eso, es amor. (92)
Nosotros nos sonreímos aún un momento, ella da otro mordisco a su bola de arroz y yo intento besarla…y después, pluf, precisamente como la nieve, también este recuerdo se deshace. No hay nunca un porqué para un recuerdo; llega de repente así, sin pedir permiso. Y nunca sabes cuándo se marchará. Lo único que sabes es que lamentablemente volverá. Aunque por lo general son instantes. Y ahora sé cómo hacerlo. Basta con no detenerse demasiado. En cuanto llega el recuerdo, hay que alejarse rápidamente, hacerlo en seguida, sin miramientos, sin concesiones, sin enfocarlo, sin jugar con él. Sin hacerse daño. Así, mucho mejor (178)

-          Gin…
-          ¿Sí?
-          No me dejes…

Y no sé por qué pero lo digo. Y casi me arrepiento. Y ella se queda un momento en silencio. Después se separa de mí y me mira curiosa. Luego lo dice despacio, casi susurrándolo:

-          Tiraste al río la llave del candado.

Después, cariñosa, coge mi cabeza entre sus manos y me mira. No es una pregunta. No es una respuesta. Después me da un beso y otro, y otro más. Y no dice nada más. Sólo me sigue besando. Y yo sonrío, y acepto encantado esa respuesta. (381)

Nos reímos, y seguimos riéndonos así. Hablando sin saber muy bien de qué ni por qué. Después decidimos colgar, prometiendo que nos llamaremos mañana. Es una promesa inútil: lo hubiéramos hecho de todos modos. Cuando pierdes tiempo al teléfono, cuando los minutos pasan sin que te des cuenta, cuando las palabras no tienen sentido, cuando piensas que si alguien te escuchara creería que estás loco, cuando ninguno de los dos tiene ganas de colgar, cuando después de que ella ha colgado compruebas que lo haya hecho de verdad, entonces estás perdido. O mejor dicho, estás enamorado, lo que, en realidad, es un poco lo mismo… (415)

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