Decidir. Cambiar. Estar. Ser. Reinventarse. Caminar. Hacer. Levantarse. Experimentar. Conseguir. Desafiar. Soñar. Vencer. Descubrir. Reivindicar. Comprometerse. Pensar. Creer. Potenciar. Preguntar. Crecer. Pertenecer. Despertar.
Porque llega un momento en el que sentimos la necesidad de plantearnos cómo vivimos nuestra vida, si estamos donde queremos estar y hacemos lo que queremos hacer.
Los jóvenes salen de la universidad y no encuentran trabajo. Los mayores llegan a la jubilación sin dinero para nada. Los adultos no tienen tiempo para soñar; se pasan desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde luchando para mantener a su familia, pagar el colegio de sus hijos, afrontando lo que todos conocemos con el nombre de «dura realidad».
El mundo nunca ha estado tan dividido como ahora: guerras religiosas, genocidios, falta de respeto por el planeta, crisis económicas, depresión, pobreza. Todos quieren resultados inmediatos para resolver al menos algunos de los problemas del mundo o de su vida personal. Pero las cosas parecen cada vez más negras a medida que avanzamos hacia el futuro.
En la magia —y en la vida— sólo existe el momento presente, el AHORA. El tiempo no se mide como si calculáramos la distancia entre dos puntos. El «tiempo» no pasa. El ser humano tiene una gran dificultad para concentrarse en el presente; siempre está pensando en lo que ha hecho, en cómo podría haberlo hecho mejor, en las consecuencias de sus actos, en por qué no se comportó como debería haberlo hecho. O se preocupa del futuro, de lo que va a hacer mañana, qué decisiones tendrá que tomar, qué peligro lo acecha a la vuelta de la esquina, cómo evitar lo que no desea y cómo conseguir lo que siempre ha soñado.
Nuestra vida es un constante viaje, desde el nacimiento hasta la muerte. El paisaje varía, la gente cambia, las necesidades se transforman, pero el tren sigue adelante. La vida es el tren, no la estación.
Cuando estamos ante una pérdida, no sirve de nada recuperar lo que ya se fue; es mejor aprovechar el gran espacio abierto y rellenarlo con algo nuevo. Teóricamente, toda pérdida es por nuestro bien; en la práctica, es cuando cuestionamos la existencia de Dios y nos preguntamos: ¿me merezco esto?
el que está realmente comprometido con la vida jamás deja de caminar. Cielo y tierra se enfrentan en una tempestad que, al pasar, dejará el aire más puro y el campo fértil, pero hasta entonces se derrumbarán casas, caerán árboles centenarios, se inundarán lugares paradisiacos.
Procuramos interpretar todas las cosas de acuerdo con aquello que queremos, y no como son.
Creyó en lo imposible y, precisamente por eso, venció batallas que todos —incluido yo— considerábamos perdidas. Ésa es la cualidad del guerrero: entender que voluntad y coraje no son lo mismo. El coraje puede atraer el miedo y la adulación, pero la fuerza de voluntad requiere paciencia y compromiso.
Y era eso precisamente lo que yo quería. Si creyese que iba a vencer, la victoria también creería en mí. Ninguna vida está completa sin un toque de locura.
«La luz ilumina sólo al extranjero.» Siempre tendemos a valorar lo que viene de lejos, sin reconocer nunca lo hermoso que hay a nuestro alrededor. Sin embargo, de vez en cuando necesitamos ser extranjeros de nosotros mismos. Y así la luz escondida en nuestra alma iluminará lo que ha de ser visto.
«Olvida que se lo vas a contar a los demás. El tiempo es aquí. Aprovéchalo.»
No merece la pena explicar que en la venganza lo máximo que puede suceder es que nos igualemos a nuestros enemigos, mientras que con el perdón demostramos más sabiduría e inteligencia.
Aquél que desee ver el arcoiris debe aprender a disfrutar de la lluvia.
Las palabras son la vida puesta en el papel.
Nadie lucha contra nadie, sólo con uno mismo. Véncete a ti mismo, y vencerás al mundo.
«Es necesario desarrollar una estrategia que utilice todo lo que está a tu alrededor. La mejor manera de prepararse para un desafío es tener a mano una capacidad infinita de respuesta.»
«Dónde has estado» es más que una frase. El que lo pregunta también dice «Te he echado de menos», «me gustaría estar contigo», «tienes que contarme todo lo que haces».
Los soñadores no pueden ser domados.
Vamos a concentrar nuestro esfuerzo en el intento de alcanzar lo Perfecto a través de gestos imperfectos de la vida cotidiana. La verdadera sabiduría consiste en respetar las cosas simples que hacemos, pues ellas nos pueden llevar hasta donde necesitamos.
Un abrazo. Un gesto tan antiguo como la humanidad, y que significa mucho más que el encuentro de dos cuerpos. Un abrazo quiere decir: no me amenazas, no tengo miedo de estar tan cerca, puedo relajarme, sentirme en casa, estoy protegido y alguien me comprende. Dice la tradición que cada vez que abrazamos de verdad a alguien, ganamos un día de vida.
Las cosas más sofisticadas del mundo son precisamente aquellas que están al alcance de todos.
Hay que ir lejos antes de comprender lo que está cerca. La lluvia, al volver a la tierra, trae cosas del cielo. Lo mágico, lo extraordinario, está todo el tiempo conmigo y con todos los seres del Universo, pero de vez en cuando lo olvidamos y tenemos que recordarlo, aunque sea necesario cruzar el mayor continente del mundo de una punta a otra. Volvemos cargados de tesoros, que pueden ser enterrados de nuevo y, una vez más, tendremos que partir en su busca. Es eso lo que hace la vida interesante: creer en tesoros y en milagros.
Historias de Paulo Coelho
Un hombre resbaló y cayó en un agujero. Un cura pasaba por el lugar y el hombre le pidió que lo ayudase a salir de allí. El cura lo bendijo, pero siguió adelante. Horas después apareció un médico. El hombre pidió ayuda, y el médico se limitó a observar de lejos los arañazos, escribir una receta y decirle que comprase los medicamentos en la farmacia más cercana. Finalmente apareció alguien a quien no había visto nunca antes. De nuevo, el hombre pidió ayuda, y el extraño se tiró dentro del agujero. «¿Y ahora? ¡Estamos los dos atrapados aquí!» A lo que el extraño respondió: «No, no lo estamos. Yo soy de aquí y sé cómo llegar ahí arriba.»
—Lo cual significa… —dice Mónica.
—Que necesito extraños como ése —explico—. Mis raíces están listas, pero sólo podré seguir adelante con la ayuda de los demás.
Un hombre que necesita dinero le pide a su jefe que lo ayude. El jefe lo desafía: si pasa una noche entera en lo alto de la montaña, recibirá una gran recompensa pero, si no lo consigue, tendrá que trabajar gratis.
Al salir de la tienda, Ali vio que soplaba un viento helado, tuvo miedo y decidió preguntarle a su mejor amigo, Aydi, si no era una locura hacer esa apuesta.
Después de reflexionar un poco, Aydi respondió:
—Te voy a ayudar. Mañana, cuando estés en lo alto de la montaña, mira hacia adelante. Yo estaré en lo alto de la montaña de al lado, voy a pasar toda la noche con una hoguera encendida para ti. Mira el fuego, piensa en nuestra amistad, y eso te mantendrá caliente. Lo conseguirás y después yo te pediré algo a cambio.
Ali superó la prueba, cogió el dinero y fue hasta la casa de su amigo.
—Me dijiste que querías que te pagase.
Aydi respondió:
—Sí, pero no con dinero. Prométeme que, si en algún momento el viento frío pasa por mi vida, encenderás para mí el fuego de la amistad.